Clara Ariza
Testimonio de Sanación a través del Doctor José Gregorio Hernández Cisneros
Clara Ariza en 1978
Testimonio Algunas de nuestras experiencias con el Dr. Hernández, quien, con el permiso de Dios, nos ayuda en nuestra salud corporal y espiritual
En el año de 1978,conocimos directamente al Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, el médico venezolano, nacido a la vida eterna en el año de 1919. Habíamos oído mucho de él pero no creíamos en la posibilidad de que lo que se decía fuera cierto. Intentamos varias veces comunicarnos con él, por medio de diferentes personas que decían poder comunicarse, pero no era cierto. Fueron muchas las personas que visitamos que resultaron ser un fraude. Hay muchos abusadores, que engañan a la gente y la estafan con supuestas curaciones que no suceden y esto hace que la verdadera labor de curación se vea empañada por estos vividores que explotan su nombre y su memoria.
Finalmente encontramos una señora en una pequeña ciudad cercana a Cali, donde vivíamos entonces: Palmira. Fuimos a la modesta casa de la Hermana Elena. Asistimos al momento de la llegada del Dr. José Gregorio Hernández y luego pasó mi esposa en primera lugar y él, ante el asombro de todos y mi total incredulidad, le hizo una intervención en el corazón. Yo no creía que esto fuera posible. Pero la asistente de la médium me advirtió que esto era verdad, que tenía que cuidarla durante los próximos quince días como en una operación terrenal. Efectivamente, cuando llegamos a la casa y durante el trayecto en el automóvil, Clara me decía que sentía como un ardor en el pecho, una ligera opresión como si estuviese vendada. Esa noche ella no pudo dormir bien. A las 2 de la mañana sintió que la inmovilizaban desde los pies hasta el cuello y sintió unas manos que le hacían masajes sobre el pecho (masaje al corazón).
Pasó esto y varias horas después, se repitió el fenómeno. Ella me despertó y oramos juntos. Nos dimos cuenta en ese momento que, efectivamente, había sido operada al corazón por el Dr. José Gregorio Hernández. A la mañana cuando íbamos a arreglar la cama, se sentía en las sabanas el olor característico de una clínica.
Unos meses antes, Clara había tenido una experiencia con el Dr. Hernández. De visita en Bogotá, venía con nuestra hija Patricia, de ocho años, a ver a un médico amigo para una operación de la niña de una hernia. Esa noche, en casa de unos amigos, la niña se enfermó como de resfrío con fiebre y Clara se puso a rezarle al Dr. Hernández para que la ayudara. Le dijo con gran fe que se le presentara que ella no sentiría miedo, que ayudara a la niña. Después de un rato, la niña se despertó y le dijo: "Mami, hágame unas fricciones con el alcohol". Así lo hizo y al rato la fiebre y el malestar habían desaparecido. Como podrán deducir, Gregorio, por medio de la niña, dio el remedio. A la mañana siguiente fueron a la consulta con el médico, un Dr. Ruiz, que tenia su apartamento en el centro de la ciudad de Bogotá. Pidió a su amiga y al hijo de ella que la acompañaran. Cuando llegaban al edificio (Cra 10, Calle 28) en una plazoleta frente al edificio, Clara, Patricia la amiga y su hijo, vieron al Dr. Ruiz que se acercó a ellas y las saludó. "Que hay Clarita, que tal los niños y la señora" y colocó su mano sobre la cabeza de la niña y del niño para saludarlos. Clara dijo "Qué pena Dr. Que hemos llegado tarde a la cita" y él responde: "Tranquila, no has llegado tarde. Estás a tiempo" Y se retiró y perdió entre la multitud. Clara pensó, y no me dijo si subo a esperarlo y cuanto se demoraría. Subió al piso donde vivía el doctor Ruiz con su señora y al llegar,Clara dice a la señora Hilda: "Qué pena con su marido que llegamos tarde a la cita y nos lo encontramos allá abajo" La sorpresa de la señora del doctor fue enorme. "Pero si mi marido no ha salido. Está aquí esperándola". Entonces la señora fue y sacó una fotografía que tenia guardada en su closet y les preguntó a todos "¿Es este el doctor que vieron allá abajo?" Y los niños al unísono responden: "Ese es el doctor que nos saludó allá abajo". Y dice la señora: "Pues ese es el Dr. José Gregorio Hernández. Se le apareció el Dr. Hernandez" Lo curioso es que el Dr. Ruiz tenía un parecido al Dr. Hernández, con bigote. Pero obviamente no acostumbraba llevar ni el sombrero ni el maletín negro de médico con el que vieron al doctor que los saludó a la entrada del edificio. Y así empezó nuestro contacto con el Dr. José Gregorio Hernández Cisneros.
Son tantas las ayudas que el Dr. Hernández nos ha dado a nosotros y algunos de nuestros conocidos, que tendría que escribir un libro para contarlas todas. Un día llegamos a nuestra casa en Cali, y notamos un olor a flores, a rosas, en nuestra habitación. Preguntamos a los vecinos si habían hecho algún rocío de aromas para perfumar sus casas. Pero no; nadie lo había hecho. Comprendimos que podría ser José Gregorio que quería conversar con nosotros .Y con gran temor, iniciamos nuestra comunicación directa con él. Una experiencia maravillosa, gratificante, de la cual damos gracias a Dios. Además de las múltiples consultas que le hemos hecho en estos veinte años, ha estado presente en nuestras operaciones importantes como la de hernia para nuestra hija Patricia, histerectomía de Clara y mi operación de próstata. ¡Gracias a Dios y a José Gregorio Hernández Cisneros, por su ayuda durante estos veinte años y los que vendrán! Sus fervientes devotos: Clara y Enrique Ariza P.